Lo que no podemos


Javier Carreño Villada. Psiquiatra. Psicoanalista

Vigo

Correspondencia: jonhybenitez@yahoo.es


Puestos a hablar sobre el poder, en estos días, que mejor cosa que hablar del caso clínico de Podemos y del caso clínico de la corrupción. Viñetassíntomas de nuestra realidad más cotidiana que nos viene al pelo en estas jornadas. Como punto de partida voy a desarrollar una breve reflexión previa publicada en la revista digital CTXT con el nombre de “En defensa de los malvados” al hilo del poder y de su reverso que es la corrupción. Aprovecho además este momento actual de España en el cual todos sabemos mucho de corrupción y de Venezuela para hablar sobre populismo, hegemonía, psicoanálisis y por supuesto, en relación a esta mesa, de psiquiatría. Y es que parece que existe una fiebre de improperios en torno a los políticos que se han beneficiado de su posición. Un aluvión de titulares, artículos, documentos y papeles que hablan de los corruptos. Son unos canallas, unos ladrones, unos desalmados, unos chorizos y en definitiva unos hijos de mala madre. Desde la tribuna, nunca objetiva tampoco de la psiquiatría, parece como si se hubiese levantado una epidemia de psicópatas. Como si de repente estuviésemos gobernados por lo que ahora se llama el trastorno antisocial de la personalidad. Personas malvadas que sólo buscan su beneficio propio y no tienen ningún tipo de escrúpulo a la hora de hacer realidad sus goces autoeróticos.


Sin embargo escuchando y leyendo el relato de los imputados, personalmente, me produce otra sensación. Como si se hubiese destapado una plaga de debilidad mental. Todos estos sujetos repiten a menudo el mantra de “a mí me dijeron que se hacía así” o “fueron órdenes de arriba” o “es el funcionamiento normal de un banco”. Incluso peor dice uno “no es ético pero  es legal”. En realidad muchos están todavía estupefactos y verdaderamente creen en su inocencia. Una inocencia no del orden de la ley sino de lo consuetudinario. Son personas, en muchas ocasiones, que creían que el rey no estaba desnudo; que si se hace así, se hace así; que lo hace todo el mundo, que no es un delito. Y es verdad, lo hace todo el mundo especialmente en España. Se trata pues de una forma de gozar, de una forma de hacer en lo social. Todos conocemos amigos, primos, cuñados que eliden la ley de una u otra manera: facturas sin IVA, declarar a nombre de otro, vender puntos del carnet de conducir, trucar la moto, convertir un galpón en una mansión o mariscar sin licencia. Y, en general, los aplaudimos (salvo que tengas un asesor como el mío que es la señorita Rottenmeier). Solemos decir al infractor que es un figura, qué bien te lo montas y a ver cuándo me llevas en tu barco.


Digamos que el ideal de goce de nuestra sociedad es “engaño a la ley y lo disfruto” o más psicoanalíticamente “yo soy el único que está más allá de la castración”. Es una suerte de oda al listillo. Hasta que llega la crisis financiera y el rey está desnudo. El rey no manda, mandan los mercados y hay que buscar culpables para poder sostener nuestra frágil identidad. Aparecen los significantes flotantes de los que hablaba Laclau “la casta” “los recortes” y “la dación en pago”. El rey, el amo se resiste y contesta “reestructuración”, “populistas” y “prima de riesgo”. Pero el rey ya anda cojo (y campechano) y nos planteamos si la tan manida transición del 78 quizás no fuera el mismo perro con distinto collar. La hegemonía cambió o simplemente se huyó hacia delante. quizás en la transición no fuimos francos queriendo no ser franco. Los apellidos eternos de la dictadura sobrevivieron y los nuevos socialistas cambiaban de coche, de traje y de mujer como se decía en los 80. ¿Fue nuestra naciente democracia simplemente un cambio de cromos? Y todo indica que sí que en realidad no pasó nada, que seguimos anclados en la debilidad mental que supone cualquier dictadura (incluso las democráticas). Un amo y una forma de gozar. Papá y hacerle trampas. El propio 15-M, como  Mayo del 68, un “ustedes quieren otro amo” que le decía Lacan a Daniel Cohn-Bendit. No cambiar nuestro discurso sino cambiar al amo por otro más guapo, más majete y que solucione los problemas.


Pero en medio de todo esto aparece otro síntoma que hace lazo con la corrupción y es Podemos. Podemos que empezó como un experimento universitario de fanáticos de Gramsci y Laclau se convierte de repente en algo que mira al amo de tú a tú. ¿Cómo se produce esa transferencia de poder? ¿Como se distribuye el poder? ¿Es posible el cambio de discurso? ¿Podemos o no podemos? Además es curioso esta cuestión de los nombres. Todos los nombres de partidos políticos hablan de su falta. Por ejemplo el partido popular es de todo menos popular, el PSOE como decía Krahe ni es socialista ni es obrero, ni español sino americano también. Izquierda Unida está de todo menos unida y Podemos? Ese es el drama ¿Podremos? Para cambiar el discurso, la forma de hacer lazo social, el poder y su distribución en definitiva, se necesita tiempo, educación y cultura y ¡ojo! Necesidad y demanda.


Podemos sabe que gran parte de esto está por llegar. La educación y la cultura, la capacitación de los sujetos, el cambio del discurso no se construye con un logo y un programa en la TV. Lo que si existen de momento son las demandas. El nuevo partido opta por la salida reformista, la de hacerse dueños del sistema para cambiarlo. Son Gramscianos en esto, buscan convencer, aleccionar como los viejos comunistas pero desde la transversalidad y desde este postmarxismo lacaniano de Laclau, que propone el populismo como forma de vertebrar la izquierda después del comunismo y como forma superadora de la masa acéfala de la que habla Freud en Psicología de las masas y análisis del yo. Es curioso que el populismo, tan criticado por los medios y la sociedad, es para los teóricos postmarxistas especialmente para Laclau una fórmula innovadora y progresista. Su discípula Nora Merlin indaga en Populismo y psicoanálisis en esta diferencia buscando la  realidad del cambio. Dice: “no se trata de la identidad alcanzada por la identificación y obediencia al líder, sujeto y amo de la palabra que profiere mandatos e imperativos, sino de la conseguida a través de la articulación de demandas de sujetos que piden una inscripción”. Abundaremos un poco en esta diferencia. Freud en su artículo Psicología de las masa y análisis del yo afirma que “las masas son grupos humanos hipnotizados de bajo rendimiento intelectual que buscan someterse a un líder poderoso que les domina por sugestión.” Se trata de un lazo libidinal e imaginario de identificación. No se trataría de representación. Son mecanismos que también concurren en el enamoramiento, la hipnosis y el fanatismo religioso, añade Merlin. Freud insiste “una masa de esta índole es una multitud de individuos que han puesto un objeto, uno y el mismo, en el lugar del Ideal del yo”. A su vez, Lacan en el Seminario 9 La identificación, habla sobre este S1 insignia que es el líder. Es una bandera, un color. El líder como un significante que reduce al otro en la identificación, porque no hace sentido con un s2, no representa al sujeto para otro significante. En definitiva, no hay dialéctica, no hay lazo ni sentido. Lacan decía también que el inconsciente es la política. Explicitaba que el inconsciente es el discurso del amo. Un discurso construido con significantes, con s1-s2 articulados y que deja un resto, un objeto a. En otras palabras, en todo grupo social están muy presentes ciertos significantes. Si se lían con esto piensen en estos significantes como lo que tiene valor lo fálico (una definición de Chús Gomez). Por ejemplo en Castilla el vino, la tierra, la sobriedad, la austeridad son los S1 pero hay un resto siempre como puede ser el honor o el goce de la renuncia, el silencio, la pasión por cierto hieratismo. En Galicia hablan de otras cosas, las lindes, la comida, el “come filliño” y hay un resto también la paranoia, la desconfianza... Ningún discurso completa totalmente al individuo porque el Otro está barrado, nunca estamos en la plenitud de identidad y de identificación con nuestro entorno. Pero este discurso hace lazo y nos une en la diferencia individual.


Y para sostener esto de los discursos, para representar la insignia está el líder. El líder como hemos dicho se articula de dos maneras que a veces se rozan. Por un lado la que hemos hablado del líder al que te identificas ciegamente porque sueñas que anula la división o el líder del populismo de Laclau. En el populismo podemita el líder aparece como uno más dividido, sometido a sus interlocutores que lo avalan, sometido a sujetos que buscan inscripción. Es capaz Pablo Iglesias incluso de ofrecer su renuncia para que Pedro Sánchez y Prisa estén tranquilos. También su presencia está en función de la capacidad de vehicular unas demandas que son dinámicas y heterogéneas. Se trata de incluir el imposible de todo discurso humano. La asunción de que detrás de una palabra, una demanda, una queja siempre hay otra o como dice Lacan ninguna significación es absoluta ni abarca lo real. Por supuesto los fenómenos de libidinización del líder y de investidura narcisista también concurren en este populismo soñado por Laclau. Véase si no el caso de Chávez donde es muy difícil ver la delgada línea entre la revolución bolivariana, la hegemonía popular articulada desde las demandas de un pueblo necesitado y ese líder absoluto que precede a los estados totalitarios como bien les gusta recalcar a Felipe González y asociados. El caso es que Podemos desde una estudiada apuesta por la representatividad y la dialéctica se han colado en nuestras vidas y se han puesto a la altura de los tiempos: marketing, logos, twitter, televisión y difusión audiovisual. Y sueñan con crear un sujeto ciudadano libertario. Para lograr ese objetivo hay que contar la verdad sin ambages y devolver a los ciudadanos la responsabilidad de lo que pasa en su barrio, su ciudad y su país. Imprescindible primero, para que pueda elegir y no simplemente sobrevivir, para que las demandas sean atendidas: salud y educación. Pero hay un miedo que nos asalta desde el espejo. ¿No será lo público, eso que nos devuelven, algo para usar, malgastar y corromper? La derecha no lo dice nunca pero conciben al ciudadano español como un estafador y un malversador de lo público. Un jeta que no quiere ir a trabajar. Es el retorno de lo reprimido que diría Freud. Ven a  Rato, Bárcenas y compañía en el resto de los españoles. Los mendigos, los parados, los inmigrantes, los que se acogen a los servicios sociales son, para la derecha, el negativo popular de los invitados a la boda de la hija de Aznar. Y no andan del todo desencaminados. El estupro, el nepotismo y la corrupción forman parte de todos nosotros. La única diferencia es que los pobres no tienen otra opción y menos si el amo lleva desde el 39 (quizás desde el medievo) planteando la misma forma de distribuir el poder. Curiosamente los grandes psicópatas, grandes conocedores de la ley, normalmente no son atrapados (Rato sí de momento). Operan siempre desde el lugar de Vice X, de asesor, de contacto, de instigador y de fondo de inversión. Dejan siempre la primera plana para el débil mental, para el que articula su voluntad en función de lo que digan los otros. Se podría decir que la psicopatía y la debilidad mental son sistémicas en este mundo capitalista. Triunfa el asocial, el nihilista, el que no tiene ataduras, el que utiliza lo social, el que es capaz de vivir sin el lazo con el otro. También tiene su lugar el que hace lo que le dicen y no se cuestiona nada. Es una especie de mundo amo-esclavo donde el amo no necesita al esclavo y el esclavo no cuestiona al amo.


¿Es Podemos la solución? ¿Es Podemos el haloperidol de la corrupción? Todos los partidos preconizan el fin de la corrupción. En Podemos lo incluyen en su estructura, no cobran de más, no negocian con bancos, viajan en turista, exhiben sus cuentas, etc... pero eso no es suficiente. Es importante que el negocio salga de la estructura pero estos gestos entran dentro de la serie de los semblantes, siempre que hay una ley y una trampa que se dice. Y es que hay algo en la corrupción que tiene un carácter más profundo y estructural y que tiene que ver con esta variante única y bizarra del discurso del amo que es el discurso capitalista. En estos momentos el verdadero poder. Un poder acéfalo ya que no hay un rey claro al que pedir cuentas. Se trata de un circuito de varias empresas multinacionales con un objetivo. Beneficios. Y una trampa, los sujetos ya no son proletarios son consumidores así que  tampoco los queremos muertos de hambre. El orden de las demandas no puede estar muy cerca de la necesidad porque si no hay revueltas. Es lo que Collete Soler llama “todos proletarios de goce”. Ya no hay clases, hay consumidores. Cristiano Ronaldo y usted tienen el mismo móvil y seguro que no comen muy diferente. O como Donald Trump que lo que le gusta es comer hamburguesas. La eterna dialéctica amo-esclavo se ha convertido en una suerte de esclavo1-esclavo2. Pero curiosamente esto ha levantado una epidemia no solo de corruptos sino de malestar. De depresión, angustia y suicidio.


La psiquiatría muy a la forma del amo difuso este del capitalismo se encuentra acéfala y desnortada y concurren en ella intereses económicos y de poder como nunca antes existió en la historia de la medicina. En consecuencia propone una oferta que va de la mano del discurso capitalista. Y esta es: si el sujeto no es feliz es que está enfermo. Y si hay falta hay un producto que obtura esto. Esto se decora con el texto de “alteración en la esfera personal, social, laboral que dura más de x meses” o días si estás muy loco. Es un pequeño detalle pero la esfera es un concepto que encierra geométricamente todo un espectro de dominación. Dentro de esta psiquiatría los hay más delirantes y menos. Entre los más delirantes, a mi entender, está el ultimo DSM V que cabalga sobre los sistemas de salud con 300 y pico enfermedades muchas nuevas como el riesgo de psicosis o el trastorno bipolar pero poco. Otros, más vieja escuela intentan agrupar diagnósticos en bloques, dimensiones y apartados. Reniegan del DSM V pero les parece bien el DSM II o el IV que es lo mismo pero menos. Pero la idea es la misma, los sujetos no están bien y es una enfermedad. Y además biológica en la mayoría de los casos. Pero en realidad el malestar es una enfermedad del poder y de su distribución. Es como en la Rusia comunista que los intelectuales eran diagnosticados como dementes por sus ideas y enviados a un koljós a Siberia para, desde la necesidad más absoluta, entender lo que es ser un proletariado y que se les curasen esas ideas capitalistas. Pasa a día de hoy con el mantra de  Podemos es ETA. ETA como la enfermedad, ETA como el verdadero enfermo psicópata. Si pudieran existiría el trastorno podemita de la personalidad. Eso sí contratacaríamos con el trastorno capitalista de la personalidad. Pero volviendo a la cuestión del poder. La psiquiatría es poder, es la mano normalizadora del discurso dominante. Y El poder no es más que el destinatario de un tipo de discurso, de una forma de hacer lazo social. El poder es un lugar lógico. Es una bisagra articulada para que las cosas funcionen. Y en los tiempos estos hiperdiagnósticos que nos tocan vivir el poder está de la mano del discurso capitalista. Los hacedores de objetos, los especuladores bancarios y las grandes compañías de cosas son los que tiene realmente el poder. Una suerte de reino de taifas con cuatro o cinco molotes intocables. Esto no es la primera vez que ocurre en la historia, es el discurso del amo-esclavo pero el capitalismo especialmente en su formato neoliberal supone una variante que enferma a los sujetos. Acudo aquí a buscar la ayuda de la psicoanalista Collete Soler para explicar que supone el capitalismo para los sujetos y por qué enfermamos y nos corrompemos de esta guisa tan actual, dice Soler: “cada discurso, aquello que llamaba Freud la civilización, construye un tipo de lazo social; digamos, una pareja tipo, el amo y el esclavo, el profesor y el estudiante, la histérica y su amo, el psicoanalista y el psicoanalizante. Nada parecido hay en el discurso capitalista cientificista”... “construyen un solo lazo, muy poco social entre el individuo y los productos, indiferente como es a los asunto del amor discurso que avanza hacia una fragmentación y una inestabilidad crecientes de los lazos sociales y deja a los individuos cada vez más expuesto a la precariedad y la soledad”. Entonces si no hay más allá, si no hay deuda simbólica, lazo, inscripción la corrupción es el goce solitario más lógico. Es casi una defensa.


Puestos ya como estamos en este caso clínico de la corrupción y de Podemos habría que investigar en la etiología. El psicoanálisis es un gran instrumento para describir y colegir causas y consecuencias. Su ojo abarca la realidad y la resume  en conceptos de gran calado pero no nos explica el capitalismo ¿de dónde sale el discurso capitalista? Afinando, ¿de dónde sale esto que llaman el neoliberalismo tan imperante hoy y que condiciona todo estos fenómenos? Me serviré aquí de la ayuda de David Harvey en su libro “Breve historia del neoliberalismo” para apuntar rápidamente un par de cosas.


Este autor sostiene que y cito textualmente “la reestructuración de las formas estatales y de las relaciones internacionales después de la segunda guerra mundial estaba concebida para prevenir un regreso a las condiciones catastróficas que habían amenazado como nunca antes el orden capitalista en la gran depresión de la década de 1930”. En 1953 dos eminentes sociólogos Robert Dahl y Charles Lindblom en su texto Politics, Economy and Welfare, plantean que “tanto el capitalismo como el comunismo en su versión pura habían fracasado. El único horizonte por delante era construir la combinación precisa de Estado, mercado e instituciones democráticas para garantizar la paz, la integración, el bienestar y la estabilidad”. De ahí surgen la ONU, el FMI, el Banco Mundial y todas las políticas keynesianas encargadas de la intervención pública en los mercados. Modelo creado para asegurar el empleo y el bienestar. Se recurría a la planificación estatal y a la intervención de los sectores clave. Esto duró hasta los 70, ahí la acumulación de capital y la porosidad financiera internacional hicieron que el dólar fluyese sin control por el mundo y el patrón oro decayese como tope. Si los dólares vagaban sin control, el oro de cada país ya no podía responder ante los dineros que se movían más allá de sus fronteras. Se podría decir que la barra de oro barraba al otro. Había un tope de dinero. Al no haber tope de dinero, no hay límite de deuda, se privatizó la reserva federal y a partir de este momento, hablando claro, ya no hubo nadie al volante. Ya sólo se puede quitar a la gente su dinero y que les parezca de sentido común. Como decía Margaret Tacher “la economía es el método, el objetivo es cambiar el alma” Y refrendaba Reagan “Tacher es nuestro mejor hombre en Europa". En palabras de J.A. Miller la  época del Otro que no existe empieza aquí. Aquí empieza el neoliberalismo. El dinero ficticio se ha cuadriplicado en los últimos 20 años, el mundo es una especie de Panamá gigante y esos dineros exigen ser conservados y aumentados. Las élites económicas controladas durante el new deal americano y reducidas a un 1% en esta época comienzan aquí una expansión y una aprensión de efectivo que condicionan toda la política en el mundo. China, México, EE.UU, Gran Bretaña, Rusia poseen una élites oligarcas dueñas de la mayoría de los productos y productores circulantes. No son las mismas élites que quedaron después de la segunda guerra mundial. Son las que se adaptaron al mundo de las finanzas y las nuevas élites creadas al amparo de la especulación y la corrupción. Es por tanto un sistema de pequeños condes medievales donde nadie sabe quién es el conde. Me permiten este chiste ahora de que el conde se esconde. Es más, esta recua de condes nos hace creer que elegimos al rey que no es más que un bufón débil mental con el que identificarnos. Pero no lo eligen ellos. No es un sistema de secretos y de conspiroparanoia, no es necesario. La masa freudiana presa del miedo va votando a los que le aseguren un poquito menos de lo de siempre. Es la hipnosis del amo antiguo que cuidaba de sus vasallos. Es el rey desnudo. El caso de Rajoy es palmario. Rajoy es ese señor mayor que viene en Navidad que no sabes muy bien que parentesco tienes con él pero que se le ve buena persona, sin malicia, no muy listo pero guardián de las buenas costumbres. Es curiosamente un salvaguarda del amo antiguo cuando las cosas funcionaban. Otros líderes mundiales representan ese tipo de valores. El caso es que desde los 90 todos los países que han seguido las órdenes del FMI y los mandatos del banco mundial han aumentado sus niveles de desigualdad y pobreza. Han generado élites y corrupción y han perdido recursos públicos. (David Harvey os explica todo esto profusamente con miles de estadísticas y tablas).


Esto nos deja una cuestión muy intrigante. Entonces todas estas cuestiones de los significantes, de Laclau, del discurso del  amo ¿son al final una cuestión materialista? ¿Élites guardando sus dineros? Gramsci, adalid o punta de entrada del postmarxismo ya decía: “las fuerzas materiales son el contenido y la ideología la forma”. Eso sí añade “las fuerzas materiales no se pueden concebir sin forma y las ideologías serían caprichos individuales sin las fuerzas materiales”.


Voy a concluir volviendo al psicoanálisis desde este espinoso asunto de lo material. Es un asunto peliagudo ya que el psicoanálisis se separa en Lacan del materialismo antropológico y social cuando hunde sus raíces en el estructuralismo de los 50. El caso es que para preparar esta charla he estado bebiendo de un libro que en mi opinión resulta imprescindible para los lacanianos y especialmente para los haters de Lacan. Se trata de El ultimísimo Lacan, de Jacques Alain Miller. En este texto vemos a un Miller desolado, encabronado por momentos, que nos confiesa las dificultades que tiene para seguir a su maestro en esta última época de su enseñanza. Nos habla Miller de un Lacan que deja perlas del estilo “el psicoanálisis es una suerte de charla”, o “hubo una época que deliré con la lingü.stica”, “hay que elevar al psicoanálisis a la dignidad de la cirugía” “el análisis como un corte”, o mejor “cansado de estos asuntos de familia” o esta que nos interesa sobremanera “entre locura y debilidad mental lo único que nos queda es elegir”. Miller nos habla de un Lacan “en el momento de concluir”, de un Lacan que habla del contrapsicoanálisis, de un Lacan que está aburrido del psicoanálisis. Esto para los psicoanalistas dogmáticos aferrados a la biblia es un infierno. Es un Lacan que ve al psicoanálisis cercano a la magia, a las sectas. Se podría decir que está cansado de sí mismo. Pero Miller, por supuesto lo sigue rescatando. Y rescata una frase que nos interesa al hilo de esto de lo material. Dice Miller: “hay un saber simbólico”. Añado: un saber de los significantes flotantes, un saber de las imposturas políticas, un saber del telediario. Hay además un capital simbólico que dice Pierre Bordieu que el capitalismo mina y destruye, pero hay también un saber en lo real “Es el saber de las cosas que saben cómo comportarse” dice Lacan. Añade  Miller. Las cosas saben cómo comportarse y no hablan. Sólo se habla cuando no se sabe cómo comportarse. Es como el acto continuo de los animales no domesticados. Es un saber del que no nos hablan. Es la biología. Es el materialismo. Y es que ante la necesidad el hombre enmudece. Es la decapitación de Luis XVI y de María Antonieta porque no hay pan. Es la vida de Samba, un amigo senegalés con el que jugaba al fútbol, se moría de risa cuando le contaba que era psiquiatra y que había gente que no trabajaba porque estaba triste. Es esa risa del que ha vivido en la necesidad. Él trabajó desde los 6 años para comer. Otro ejemplo; le preguntaba yo inocente a Pepe Eiras hace años al hilo de los asesinatos diarios en la ciudad de El Paso, cómo sería la neurosis mexicana en esos sitios. Cómo se articula una historia individual en medio de un conflicto económico legal pero ilegal. Pepe, sabiamente me dijo, es que ahí no hay neurosis. Solo se sobrevive. Las demandas son la articulación de una necesidad. En esa articulación hay lenguaje y eso hace al hombre loco, la necesidad en cambio no admite dudas. Nos movemos no en el ámbito de la certeza psicótica sino en el campo de la certeza del cuerpo de un inconsciente real, un inconsciente que no habla. En la demanda siempre se filtra la demanda de amor. Toda demanda es demanda de amor que decía Lacan. En la necesidad no. Las fuerzas materiales que dice Gramsci son capaces de reventar cualquier ideología si son llevadas al límite. Es el Marvin Harris de cada día. Lo real que no habla del psicoanálisis pertenece en parte al orden de la necesidad, de la necesidad de los cuerpos. El dinero, la acumulación de capital es el cortocircuito de la demanda. Es el enlace directo y furtivo con la necesidad. Esa es la verdadera toxicomanía del discurso capitalista, el punto de fuga como discurso y el gran señuelo del neoliberalismo. La ensoñación del fin de las demandas, la posibilidad de vivir sin amor, sin historia, sin filiación. Esto nos lleva a nuestro caso clínico, a nuestro síntoma Podemos. Podemos surge articulando demandas. Pero demandas que surgen de la necesidad. Pobreza, desahucios, preferentes, paro y suicidios. Ese pedacito de real sin el cual nada sería posible. En UPyD todavía se dan  cabezazos contra la pared. ¿Cómo nos pudieron pasar por la derecha y por la izquierda? Por la necesidad. UPyD ya denunciaba corruptos pero a nadie le importaba, UPyD era innecesario. Era una veleidad de los tiempos en los que el rey no estaba desnudo.



COMO CONCLUSIÓN:


La psiquiatría es una sierva del poder y no hay que hacerle mucho caso. Para los que nos interesa saber y las raíces de las cosas, la psiquiatría actual es un epifenómeno absolutamente prescindible. Nadie va a aprender nada leyendo el DSM V Otra cosa, como bien nos cuentan José María Álvarez y Fernando Colina en sus libros, hay que bucear en su historia para buscarle lo que sucede más allá del discurso imperante. Ese es el interés de la psiquiatría en torno al poder.


Respecto al psicoanálisis. El psicoanálisis sigue vigente como instrumento para pensar las cosas. Laclau, Jorge Alemán, Zizek dan buena cuenta de la utilidad de gran parte de las argumentaciones freudianas y lacanianas a la hora de pensar en torno al poder. Y no es sólo una cosa teórica. Podemos es buena muestra de ello.


La corrupción. No se trata evidentemente de una panda de hijos de puta desalmados si no de una forma de hacer las cosas. Presente en la dictadura franquista, presente en la Roma antigua, presente siempre de la mano del poder y vigente hasta nuestros días. Pero vigente al amparo de un contexto diferente, vigente en un discurso donde el amo es difuso, donde el agente y el objeto se confunden y donde todos somos libra de carne.


Sobre Podemos. Y ahora para acabar me voy a mojar un poco políticamente por si acaso no se ha notado ya.


El fin de la vieja política, de la corrupción institucional sólo  vendrá merced a una apuesta por el error, por el desencuentro, por la verdad (aunque sea dolorosa) y por un ejercicio de honestidad más allá del rédito electoral. El psicoanálisis de Podemos como síntoma tiene que ver con la asunción de lo que no podemos. Como indica Lakoff se trata de cambiar el marco. Si pasas el día demostrando tu beatitud e incorruptibilidad ya estás dentro del sistema, ya estás hablando de la cosa, de lo insoportable de nuestra cultura, de esta división que tenemos todos. Si aceptas el rol, los cargos, las comisiones, los órganos de partido, los pactos, la gobernabilidad estás poniéndote el traje del emperador. Si apelas a una pequeña ventana en la historia, apelas a la oportunidad, al mercadeo y al truco o trato. Son quizás las mareas o los diferentes movimientos locales la respuesta a la respuesta. Cambiar el discurso no es a corto plazo, se trata de permanecer como alteridad, presentarse dividido pero honesto y en eso las mareas no tienen vergüenza. Las mareas son plurales, de convergencia, de discusión, democráticas hasta el paroxismo. Están llamadas a representar la división subjetiva entre el sueño del ideal y la corrupción que habita en todos. Cuanto más pequeño es el sitio, más uno por uno, más dialéctica, menos emblemas. Citando de nuevo a Lakoff el desgaste de Podemos tiene que ver con que han empezado a pensar en un elefante, es decir, han jugado a empatar, a entrar al trapo, a ser un partido, a agasajar a su electorado. También es verdad que no hay hambre del todo, todavía hay pan porque lo traen los abuelos. Es momento para que la nueva política apueste por el fracaso, por perder, por su no podemos, por ser fieles a su no saber. Sólo así, desnudos, podrán sustituir al rey desnudo.


Por último les recito unos versos de una canción de Antilopez, un grupo gaditano que resume mucho mejor que yo toda esta cuestión del poder. Como decía Freud, en su análisis de la Gradiva de Jensen, los artistas saben intuitivamente todos estos procesos que se juegan en el psicoanálisis.


ESPAÑA


España era un país rico porque rica era su tierra

España era un país puro porque puro es su candor

de jornaleros aciagos y estómagos en posguerra.

corazones con boina, almas sin ilustración

Y los hijos de los hijos de los hijos no han cambiado

sólo que ahora nos diluyen capital de posición

por eso hemos confundido la riqueza y el derroche

independencia con coches, sencillez con ocasión

La vela con la barquilla y el viento con la veleta

la clase con la chaqueta y el amor con amarrar

la tele con un amigo, discrepar con nominar

ser feliz o estar alegres con tener para comprar

Tener, tener, tener

tener es el principio del final del ser

Tener es el suplicio de final de mes.


Javier Carreño Villada, 9 de mayo de 2016