Clínica de lo cotidiano en un centro de día “la convivencia con la locura”


Vanesa Lebrón Novo

Terapeuta ocupacional. Centro de Dia de Parla y actualmente Directora en funciones del Centro de Día y equipo de apoyo de Parla. Fundación Manantial.

Correspondencia: vlebron@fundacionmanantial.org



En el año 2008 empecé a trabajar en el Centro de Día de Parla para personas con problemas de Salud Mental como terapeuta ocupacional. Este dispositivo está concertado con la Consejería de Políticas Sociales y Familias de la Comunidad de Madrid y está gestionado por la Fundación Manantial. El centro está dirigido por leonel Dozza, principal responsable de la implantación del acompañamiento terapéutico en españa.


Este artículo pretende hacer una reflexión sobre cómo se trabaja desde la perspectiva del acompañamiento terapéutico y la Clínica de lo Cotidiano, en un Centro de Día para personas con problemas de salud mental.


PROFESIONAL DE REFERENCIA Y ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO


Una de las funciones que como terapeuta ocupacional tengo en el centro es la de ser Profesional de referencia de algunos de los usuarios que vienen al dispositivo. Esta figura profesional no está elaborada teóricamente y ge- nera mucha confusión en los profesionales que tenemos este rol, por no tener muy clara nuestra tarea.


Desde la perspectiva del acompañamiento terapéutico, el profesional de referencia tendría como tarea acompañar al usuario en la cotidianidad del recurso y las circunstancias que le han traído a él. Para poder afrontar esta tarea es necesario, en primer lugar, establecer un vínculo significativo y de confianza.

Muchas veces desde los dispositivos abordamos esta tarea de “conocer al otro” a través de entrevistas, citas en los despachos, grupos y valoraciones. Este tipo de encuadres son muy válidos y tienen su función, sin embargo, desde esta perspectiva no es necesario que una persona que llega a un recurso deba pasar por citas individuales con cada figura profesional que compone el equipo.


Mi experiencia a lo largo de estos años de trabajo es que se puede establecer un vínculo significativo y de confianza en los centros, sin que todo el equipo haga uso de estos espacios estructurados, que responden más a una necesidad nuestra como profesionales por no poder manejar nuestras an- siedades que a las necesidades del usuario.


Esta manera tradicional de atender a las personas en los recursos está basada en un modelo médico, y tenemos la obligación de pensar desde otros modelos que se ajusten mejor a la atención que prestamos en nuestros recursos, como es el acompañamiento terapéutico.


Pero ¿cómo vincularnos con los usuarios si no es desde estos espacios for- males o estructurados? Si nuestra tarea es la de acompañar a los usuarios en la cotidianidad del recurso y en las circunstancias que le han llevado a estar en un centro, tendremos que buscar una metodología para poder desarrollar dicha tarea. Esta metodología la encontramos en el acompañamiento terapéutico y en la Clínica de lo cotidiano.


CLÍNICA DE LO COTIDIANO EN UN CENTRO DE DÍA


En acompañamiento terapéutico el acompañante no trabaja en un despacho o haciendo entrevistas. el acompañante se acerca a la cotidianidad de los pacientes: sus casas, sus familias, sus bares, la biblioteca, etc.

Es desde esta otra estructura llamada “Clínica de lo Cotidiano” (leonel Dozza) en la que se enmarca el acompañamiento terapéutico. Por eso desde fuera puede parecer que dos personas se están tomando un café o paseando. Sin embargo, para poder realizar esta tarea el acompañante terapéutico tiene toda una teoría que le acompaña en su trabajo.


Si nos paramos a pensar es muy semejante a lo que algunos de nosotros vivimos en nuestros recursos donde pasamos 7 u 8 horas con nuestros usuarios a lo largo de la semana, del día, de lunes a viernes, haciendo grupos, comiendo, conversando, tomando un café, haciendo acompañamien- tos en sus domicilios, etc., en definitiva, estamos compartiendo la “cotidianidad del recurso” dentro de un encuadre establecido dado por el horario de atención que tiene el dispositivo.


Nuestros usuarios usan el centro como una puerta de entrada al mundo de las relaciones afectivas más allá de las primarias (la familia) donde, en muchas ocasiones, se habían quedado aislados y atrapados. Este escenario que se crea en nuestros recursos y sobre el que intervenimos los profesionales sólo podría pensarse desde la “Clínica de lo Cotidiano en acompa- ñamiento terapéutico”. Esta sería una de las claves para poder situarnos en nuestros recursos y en lo social con nuestros usuarios.


Volviendo a la pregunta inicial ¿cómo establecer un vínculo significativo y de confianza entre usuario y profesional en un centro desde esta perspectiva?, autores como leonel Dozza o Gabriel O. Pulice han teorizado, escrito y publicado sobre la problemática de la amistad en acompañamiento terapéutico, donde acompañante y acompañado pasan mucho tiempo ha- ciendo cosas juntos como ver la tele, conversar, ir al cine, de compras..., todo ello dentro de un encuadre establecido.

Imaginemos un lunes a primera hora en cualquiera de los dispositivos en los que trabajamos. Es común que te pregunten algunos usuarios nada más entrar por la puerta o en los mismos pasillos ¿qué tal el fin de semana? ¿Cómo te ha ido? no tendría lugar que calláramos ante este tipo de preguntas o decir cosas del tipo “...yo soy un profesional y no te voy a dar esa información...”, porque generaría mucha hostilidad, y no encajaría con esta manera de entender la intervención y con la idea de establecer un vínculo significativo y de confianza. es más, sería una pregunta que los profesionales podríamos hacer no tanto desde un modelo médico “¿Cómo has estado el fin de semana?”, sino más bien con preguntas del tipo ¿qué hiciste el fin de semana? ¿viste algo en la televisión?, poniendo el foco en la parte sana dejando en un segundo plano a la enfermedad, posibilitando un tipo de vínculo significativo y de confianza entre el profesional y el usuario.


Igual que en acompañamiento terapéutico, los profesionales con esta manera de intervenir, tan cercana a lo cotidiano de la vida, estamos dejándonos ubicar por nuestros usuarios en un “plano del semejante”, posibilitando que se establezca un diálogo. esto último lo pongo entre paréntesis porque para poder hacer este tipo de trabajo en los centros tenemos que poder estar sujetos, es decir, recogiendo el ejemplo de leonel Dozza en su tesis, para poder ondear la bandera es necesario que ésta tenga un mástil. Desde la Clínica de lo Cotidiano tenemos que tener clara que nuestra “posición profesional” está enmarcada dentro de una estrategia de equipo y de un encuadre establecido.


Quizás leyendo esto uno puede pensar que es fácil poder trabajar desde este modelo sin tener formación, e incluso creer que ya lo está haciendo como se infiere de los comentarios tales como: yo charlo con los usuarios, como con ellos, les doy una foto mía si me lo piden... el mayor riesgo en todo esto es que el profesional responda, a veces de manera inconsciente, desde el lugar del amigo, pudiéndose dar mucha confusión en

el vínculo que se establezca y produciéndose muchas actuaciones por parte del profesional sin que luego puedan ser pensadas.


CRONOGRAMA Y "EL PASILLEO"


El cronograma es un instrumento que organiza los encuadres y la vida de los centros tanto a usuarios como a profesionales. en él aparecen el horario de apertura y cierre del centro, el inicio y fin de cada grupo, el horario del comedor, las reuniones de los profesionales; es un documento compartido por todos. Es el “mástil de cada día”, organiza y estructura la tarea del día, esto permite que ante aquellas situaciones que nos producen ansiedad en el centro, el cronograma actúe a modo de salvavidas conteniendo esas ansiedades.


Si el cronograma es el mástil, la bandera sería el “pasilleo”. Llamo “pasilleo” a los encuentros que se dan de manera espontánea en el centro entre usuarios y profesionales. Estos encuentros deben ser tenidos tan en cuenta como otros encuadres más estructurados. quizás esto sea lo que más nos cueste a los profesionales. ¿Cómo transformar estos encuentros en términos de tarea y no en meras anécdotas? Podría decir que en muchas ocasiones es en estos espacios no estructurados, fundamentados en la Clínica de lo Cotidiano, donde se brindan experiencias terapéuticas a los usuarios.


Son encuentros auténticos y que deben ser objeto de nuestra reflexión porque son material de trabajo.


En una ocasión me ausenté del centro tres días porque ingresaron a mi padre. Al incorporarme al centro los usuarios que sabían el motivo de mi ausencia me preguntaron qué tal se encontraba mi padre. Les conteste que bien y les di las gracias. Un usuario se me acercó y me dijo: “De nada Vanesa. Es lógico que te pregunte. Tú me preguntaste y me apoyaste cuando se murió mi abuela y esto es lo que se hace, preguntar, ¿no?” Creo que este es un buen ejemplo de lo necesario de estos espacios

y del aprendizaje que se produce en ellos.


Entre el cronograma y el “pasilleo” debe existir una coherencia. Desde esta perspectiva nos alejamos de la idea de “dar talleres en los recursos”. Optaríamos por ofrecer grupos, en los que la función del profesional sería la de acompañar al grupo, en el proceso de apropiarse de la tarea para la que ha sido convocado. Este modelo de coordinación de grupos estaría inspirado en la Concepción operativa de Grupos creada por Pichón Riviere.


Esta relación que se establece entre el cronograma y el “pasilleo”, fluctúa en función del equipo de profesionales y de la formación y experiencia que tengan.


CONCLUSIONES




Trabajar desde esta otra estructura que se plantea, como es la “Clínica de lo Cotidiano”, abre nuevas posibilidades de trabajo en los centros, permitiendo pensar desde una teoría el rol del profesional, y dotándole de he- rramientas para colocarse en la convivencia diaria con la locura, con menos miedos y menos ansiedades, sin olvidar nunca la idea de proceso.


Los “espacios para pensar” cobran especialmente relevancia bajo este modelo. las reuniones de equipo, las coordinaciones, grupos de estudios,... donde el quipo pueda poner en común la experiencia vivida en los espacios formales (cronograma) e informales (“pasilleo”) para poder integrarlos y pensarlos en términos de tarea.


Para terminar, me gustaría señalar que, para realizar este tipo de trabajo, y sostenerlo en el tiempo, es imprescindible la formación, supervisión, trabajo en equipo y trabajo personal de los profesionales.

Nuestro psiquismo es nuestro instrumento de trabajo, y es importante revisarlo para no generar más confusión a las personas que atendemos. Porque, como dice nuestro supervisor de equipo, “si de algo están enfermas las personas que vienen a nuestros centros es precisamente de eso, de confusión”.



BIBLIOGRAFÍA


ARAMBILET, B. Y LEBRÓN, V. “El Mural y la alabra” Revista área3 (no 16) 3- 16. Invierno 2012.

BUZZAQUI ECHEVARRIETA, A. “En el Campo de lo Grupal, Grupo, Tarea y Coordinación”. Revista área3 (no 8)56-64. Verano 2001.

CASTEJÓN HERMANN, M. “Acompañamiento Terapéutico y Psicosis. Articulación de lo Real, Simbólico e Imaginario” Buenos Aires. Letra Viva.

DOZZA MENDOZA, L. “Acompañamiento Terapéutico y Clínica de lo Cotidiano” Buenos Aires. Letra Viva.

DRAGOTTO, P.; FRANK, ML. “Acompañantes. Conceptualizaciones y experiencias en A. T.” Argentina. Editorial Brujas.

GARCÍA MARGALLO ORTIZ DE ZARATE, P. “Un Recorrido Intimista a lo Largo de la Identidad Profesional” TOG (A Coruña) (Monográfico 2) 83-98. Septiembre 2008.

IRAZABAL MARTÍN Y OTROS. “Situaciones Grupales Difíciles en Salud Mental”. Madrid Editorial Grupo 5.

LEBRÓN NOVO, V. “El Acompañamiento de Claudia”. Revista Apeto (no52) 15-21. Invierno 2012-2013.

PAGANIZZI, L. Y OTROS. “Terapia Ocupacional Psicosocial. Escenarios Clínicos y Comunitarios”. Madrid. Docta Ediciones.

PULICE, G. O. “Fundamentos Clínicos del Acompañamiento Terapéuticos” Buenos Aires. Letra Viva.

TARÍ GARCÍA, A.; DOZZA MENDOZA, L. “Estrategias Asistenciales para Pacientes Graves: Un Intento de Conceptualización”. Revista área3 (no3) 29- 40. Invierno 1995-1996.