El manicomio químico. Crónicas de un psiquiatra recalcitrante

Piero Cipriano. Enclave. 2017. 410 páginas.




Ramón Ramos Ríos. Psiquiatra
Hospital Psiquiátrico de Conxo. Santiago de Compostela



Piero Cipriano es psiquiatra, con ejercicio en la sanidad pública italiana actualmente. En 2013 publicó La fabbrica della cura mentale. Diario di uno psichiatra riluttante (obra que no he encontrado publicada en castellano). El manicomio químico es una continuación del libro anterior y en él además relata episodios que le sucedieron a raíz de su difusión y hace mención a las reacciones que motivó. Como la de un enfermero que le pregunta para qué escribió ese libro, si él es así o interpreta un papel, porque si antes ya tenía mala fama en el hospital (mala fama por su negativa a atar a los pacientes) ahora podrían molerle a palos. O el diario que le remite un joven que sufre un internamiento involuntario relatando su experiencia que para el autor tiene mucho más valor que el alegato que él es llamado a realizar en una comisión de bioética como experto en contenciones.


El libro se divide en varios capítulos en los que va exponiendo desde su experiencia y contando con los testimonios de otras voces críticas, como el manicomio que en su país cerró Basaglia ha sido sustituido por otro más sutil que es el que se encuentra en las unidades psiquiátricas de los hospitales generales y en la práctica psiquiátrica habitual en los países occidentales: el manicomio químico. La mayoría de los capítulos se pueden entender separadamente e incluyen experiencias personales, viñetas clínicas y anécdotas ficticias. Hay una serie de capítulos en que hace un resumen del libro Anatomía de una Epidemia de Robert Whitaker poniéndolo en relación con su práctica real;

para Cipriano, que inicialmente se acerca a esa obra con reticencia, este periodista recopiló las pruebas de lo que años de experiencia a él le venían mostrando.


Del libro me gustaría destacar el último capítulo “la banalidad de los especialistas” en cuyo título el autor sintetiza la expresión “la banalidad del mal” acuñada por Hannah Arendt para explicar el comportamiento de los ejecutores del holocausto judío y el título de la película Un especialista. Retrato de un criminal moderno, documental sobre el juicio a Adolf Eichmann, funcionario “especialista” en deportaciones que se consideró artífice de la “solución final”. Los especialistas en este caso son los trabajadores de la unidad de internamiento psiquiátrico y los crímenes contra la humanidad son las acciones realizadas sobre los enfermos allí ingresados. El interrogatorio dirigido hacia unos compañeros de trabajo caricaturizados, o a sí mismo, o a partes de sí mismo representadas por los psiquiatras enjuiciados en ese proceso ficticio, aunque pueda parecer un modo de concluir pesimista, resume el mensaje de este libro que trata de ser optimista: hay esperanza si puedo pensar, si puedo ser crítico.


Hace ya algún tiempo una de las personas que visito me preguntó si conocía el experimento de Zimbardo y cuántos de mis colegas habían oído hablar de él, y me prestó la película Experimenter: La historia de Stanley Milgram para que la viese. Ese era el modo de actuar en salud mental a su entender. En este libro, no casualmente, ambos experimentos aparecen citados. Ahora sé que en esta profesión es importante conocerlos para entender muchas de las cosas que suceden en el manicomio, en el real, en el de las unidades de agudos de los hospitales generales, en los que a veces organizan las asociaciones de familiares y en los domicilios convertidos en lugares de custodia. Porque en el paso desde la universidad a la residencia y de la residencia a la práctica real, algunos hemos aprendido que la autoridad que nos confiere el saber psiquiátrico tiene pies de barro cuando la queremos aplicar al

sufrimiento real de las personas. entonces nos ponemos a pensar que todo es mucho más complejo y que a lo mejor se podría hacer otra cosa.


Se trata de un libro de fácil lectura (aunque la traducción es mejorable) y que no es necesario leer linealmente; muy recomendable para cualquier persona que una vez ha conseguido el título de especialista en salud mental, comience a cuestionarse el objeto de su profesión o incluso a avergonzarse de algunas de sus actuaciones o de su ignorancia sobre lo que le sucede realmente a las personas que atiende. A los colegas que nunca han pensado sobre esto (o no están preparados para reconocerlo), se me ocurre aconsejarles que dejen esta lectura para más adelante y que se lean concienzudamente los protocolos de contención de sus hospitales, los algoritmos de tratamiento, las fichas técnicas de los fármacos y las recomendaciones para el manejo del síndrome metabólico.